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lunes, 5 de abril de 2010

EL VACÍO IDEOLÓGICO

EL VACÍO IDEOLÓGICO

Juan José Mora Cordero

Profesor Universitario

Es frustrante y desolador vivir en una Nación donde nadie sabe lo que es ni lo que piensa. Costa Rica demostró en el anterior proceso electoral verificado en el mes de febrero recién pasado un profundo y verdaderamente, muy preocupante, vació ideológico.

Lo vimos con toda claridad: cuatro o cinco partidos en la arena política y ninguno de ellos se preocupó por definir con toda claridad y pertinencia su filiación ideológica. En ningún momento hubo interés alguno por parte de sus líderes ni representantes más distinguidos por establecer adecuadamente qué se es, en qué se cree, cómo se piensa, a quién o qué se apoya.

Es más, cuando se formuló el tema en alguna ocasión, más bien los líderes de los pseudopartidos electorales terminaron convenciéndose a sí mismos de definir eso no era para nada importante en esa contienda.

Con razón en al menos dos ocasiones, de parte de dos taxistas diferentes que me llevaron del parque a la universidad, tuve la oportunidad de escuchar: “Dios guarde votar por Oto (Guevara). Al día siguiente está metido (Hugo) Chaves aquí.” Efectivamente: sin palabras verdad. Obviamente de manera absolutamente cómplice, asentí en todo momento a mis interlocutores con absoluta verdad.

Un Partido Liberación Nacional que ya nadie reconoce. Plagado de “nuevos líderes” que nadie sabe cómo piensan ni qué defienden realmente.

Una Unidad Social Cristiana indefendible por absolutamente nadie que no esté hasta las narices en los acontecimientos que han llevado a su propia debacle. Un partido irreconocible en ninguna de su bases de pensamiento: totalmente perdidas en el espacio sideral.

Ese PAC que nadie entiende aún. ¿Una coalición? ¿Un partido de izquierda? Un grupejo de resentidillos sociales más bien… Doloroso pero real. Arisco a la autodefinición y concretización de sus creencias, las cuales abordan más bien aristas transversales como la austeridad y la transparencia, eufemismos que todos compartimos, pero que no alcanzan aún para saber de qué se trata ese juego de palabras autonombrado: “Acción Ciudadana”.

Un Movimiento Libertario, en sus cimientos respetado –aunque no compartido- por su claridad y concretización ultraderechista, ahora inentendible e inatendible de modo alguno pues en su expansión electoral, se convirtió en un rejuntado mejenguero en donde cupo hasta el más vil de los villanos de la teleserie.

Y horror de horrores: un PASE arribista e indefinido hasta la saciedad. Un PASE excluyente de los que pretendió un día ayudar a incluir. Un PASE “familiar” si se quiere, pues ayudó a consolidar a varias familias en las listas electorales que presentó. Un PASE infumable definitivamente.

Esa fue la oferta electoral del país. Nada más…

Con razón tanto vacío ideológico. Nadie se preocupa ahora por definirse en esta materia. Es políticamente incorrecto, desde el punto de vista electoral, tener una posición ideológica claramente definida.

Por eso Costa Rica es el hazmerreir del mundo entero. -¿Y ustedes que cosa son en este mundo? Me pregunta un amigo mío argentino haciéndome sonrojar cada vez que nos saludamos en el Messenger.

¿Qué carajos es un costarricense hoy en día? ¿Es de izquierda o de derecha? ¿O es de centro?

No. Definitivamente esas preguntas son imposibles de responder ahora. Yo, maliciosamente y tratando de despistar un rato a mis eruditos interrogadores extranjeros, respondo a veces: -Los costarricenses son saprisistas. O, ecologistas. O, parranderos. O, charlatanes.

Pero desgraciadamente, ninguna de estas definiciones autoimpuestas nos define. De eso se dan rápida cuenta mis amigos de afuera y de nuevo vuelven con más fuerza a decir: ¿En qué carajos creen ustedes?

En un planeta que si bien es cierto ya no está polarizado en un primer y segundo mundo por su credo de derecha o de izquierda, es insuficiente intentar sobrevivir sin tener una clara definición de qué se es, de cuál modelo de pensamiento se sigue.

En la década de los setenta y de los ochenta tomamos algunas posiciones valientes en este sentido cuando decidimos pertenecer a la Organización de Países No Alineados y asumir una posición al respecto. Allí empezamos a ser alguien en el plano internacional. Se nos reconocía de una u otra manera por lo que creíamos era mejor.

¿Pero hoy en día qué somos realmente? ¿En qué cuernos creemos? De la noche a la mañana (con un puente de la vergüenza de por medio) dejamos de apoyar a Taiwán y favorecimos a China ( a cambio de un estadio y un voto en el foro de naciones). Pasamos nuestra sede diplomática de Tel Aviv a Jerusalem en el peor acto suicida de nuestra diplomacia para favorecer una decisión del gran gobierno genocida de la historia humana. Apoyamos a Inglaterra en la Guerra de Las Malvinas y a EUA en sus nefastas invasiones a Granada, Panamá, Afganistán, y la lista podría seguir. Por dónde no hemos navegado en este fangoso recuento histórico de decisiones desacertadas.

Somos la nación del qué se yo… Del porta mí… Del no sé qué…

En tantos foros internacionales a los que he asistido siempre me intriga cuándo me presento costarricense, el que algún acusioso siempre se vuelve la mirada inquisidora hacia mí, habiendo sido presentado un tema candente, diciendo: “Me encantaría saber qué piensa Costa Rica…”

Y es que es evidente: por supuesto que sería encantador saber qué piensa esta Nación acerca de formar parte del planeta y tener una opinión, que pueda no ser compartida por todos, pero que pueda ser argumentable y respetable.

En discursito de “Nación de Paz”, por no tener ejército, o el de “Nación de Democracia”, por no haber sido sometida a un Régimen de Defensa o a un tirano, ya no nos alcanzan ni nos cubren. La frasecita de Sanguinetti de que “Dónde haya un costarricense, esté donde esté, hay democracia…”, ya no es creíble.

Todo ciudadano de determinada nación existe porque tiene una opinión. Puede ser favorable o contraria. Pero tiene opinión. El costarricense ha sido llevado a tal suerte de vacío ideológico que no tiene posibilidad de comprender su suerte ideológica.

Por ello vemos hoy a varios partidos políticos de muy diversa raigambre (PAC, USC, ML, PASE) negociando el botín político de los nombramientos en Concejos Municipales y en Asamblea Legislativa así como en puestos directivos de instituciones autónomas, más porque conviene no darle chance a Liberación Nacional de obtener esas cuotas, que por una verdadera y natural filiación ideológica. ¿Quién comprende que el PAC, con sus supuestas creencias centralistas, se siente negociar puestos con el ML, con sus supuestas creencias derechistas? O, peor aún: ¿a qué se atiene el ML o el PAC al tratar con el PASE que no se sabe en qué cuernos cree?

Si es así como funcionan las cosas, no las entiendo ni me gustan.

El vació ideológico, como todo vacío, desconcierta, aniquila y anula opciones de vida. Me pierdo en este hoyo negro infernal y como ciudadano desparezco mágicamente del escenario pues no me veo representado en nada ni en nadie.

Auxilio!!! Me voy al hueco y no sé que tan profundo sea por Dios.